Capítulo 4 - El Secreto Prohibido de la Iglesia


Equipo del sitio

Capítulo 4

 

El Secreto Prohibido de la Iglesia[1]

 

          El Cristianismo, desde el principio, fue dirigido principalmente a una audiencia romana o romanizada. El Mundo Romano estaba acostumbrado a deificar [2]a sus gobernantes. El César ya había sido oficialmente instituido como un dios. A fin de entrar en competencia, había que divinizar también a Jesús - a quien nunca antes nadie habría considerado un dios. Y esto sería la misión de Pablo.

 

          Antes de ser diseminada exitosamente, de Palestina a Siria, Asia Menor, Grecia, Egipto, Roma y Europa Occidental; la nueva religión tenía que convertirse en algo aceptable para la gente de aquellas regiones, y tenía que ser capaz de mantenerse firme ante los credos ya establecidos. Si Jesús iba a ganar terreno en el mundo romanizado de su época,‘tenía que convertirse en un dios’ en todo el sentido de la palabra; no un Mesías en el antiguo sentido de la palabra, no un rey-sacerdote, ‘tenía que ser un dios encarnado’ - al igual que sus contrapartes sirios, fenicios y greco-romanos - que había pasado por el mundo de las tinieblas y por el crepitante fuego del infierno y había emergido rejuvenecido, con la primavera. Fue en este punto que la idea de la Resurrección asumió una importancia crucial, y por una obvia razón; para poner a Jesús al nivel de Tammuz, Adonis, Attis, Osiris y todos los otros dioses que morían y resucitaban en el mundo y la mentalidad de la gente en los tiempos de Jesús.

 

          Apuntando a una audiencia romana y divinizando a Jesús, la expansión de lo que luego sería la ortodoxia cristiana, tendría éxito seguro. La posición de esta ortodoxia empezó a consolidarse definitivamente en el siglo II DC, principalmente, a través de Ireneo, Obispo de Lyon alrededor del año 180 DC. Irineo se dedico, tal vez más que otros Padres de la Iglesia, a darle a la Teología cristiana una forma estable y coherente. Consiguió esto primeramente con su voluminosa obra “Libros Quinque Adversus Hereses” (“Cinco libros contra herejías”). En su exhaustivo estudio, Ireneo catalogó todas las desviaciones de la ortodoxia, aún gestándose en ese entonces, y las condenó con vehemencia. Deplorando la diversidad, declaró que debía haber una sola Iglesia válida; fuera de ella no habría salvación. Cualquiera que desafiara esta afirmación era declarado herético por Ireneo, debía ser expulsado y, de ser posible, eliminado.

 

          Entre las numerosas manifestaciones de la Cristiandad antigua; el Gnosticismo (Del griego ‘Gnosis´, traducido como ‘Conocimiento’) sería el blanco de los más furiosos ataques de Ireneo.

 

          El Gnosticismo se basaba en la experiencia personal, en la comunión del individuo con lo divino. Para Ireneo, esto disminuía la autoridad de los sacerdotes y obispos, obstaculizando el intento de imponer la uniformidad religiosa. De aquí que Irineo dedicó todos sus esfuerzos para suprimir el gnosticismo. Para esto, se hizo necesario apartar a la gente de la especulación individual; debía enseñárseles a no cuestionar la fe en dogmas fijos. Se hizo necesario tener un sistema teológico, una estructura de principios ordenados, que no den al individuo la oportunidad de desarrollar su interpretación personal. En oposición a la experiencia personal y la Gnosis, Ireneo insistió en una Iglesia Única y ‘Católica’ (Universal) basada en los fundamentos de los apóstoles y la sucesión de los mismos. Para implementar la creación de tal Iglesia, Ireneo reconoció que se debía disponer de un Canon definitivo, una lista fija de escrituras aceptadas oficialmente. Con este fin, compiló su ‘Canon’, eligiendo entre las obras a su disposición, incluyendo algunas y excluyendo otras. Ireneo es el primer autor cuyo Nuevo Testamento Canónico concuerda, en esencia, con el de nuestros días.

 

          Sin embargo, tales medidas no evitaron la aparición de tempranas ‘Herejías’, por el contrario; estas continuaron floreciendo. Pero la Ortodoxia que Ireneo promovió asumió una forma estable que le aseguró la supervivencia y la victoria eventualmente. No sería irracional afirmar que Irineo abrió las puertas para lo que luego sucedería en el reinado de Constantino (Que, con su auspicio, hizo del Imperio Romano un Imperio Cristiano, en cierto sentido) e inmediatamente después de este.

 

          El rol de Constantino en la historia y desarrollo del Cristianismo ha sido distorsionado, mal representado y peor comprendido. según las posteriores tradiciones de la Iglesia, Constantino habría heredado de su padre una simpática predisposición hacia el Cristianismo. En la práctica, esta predisposición parece más bien un caso de conveniencia. Pues los cristianos eran ya numerosos en esa época; y Constantino necesitaba todo el apoyo disponible contra Majencio (Maxentius), su rival en la lucha por el Trono Imperial. En el año 312 DC, Majencio fue aniquilado en la batalla de Puente Milvio, dejando a Constantino sin competidores en su lucha por el Trono Imperial. Se dice que, inmediatamente antes de la mencionada batalla, Constantino tuvo la visión - Reforzada después por un sueño profético - de una cruz luminosa pendiendo en el cielo. Supuestamente tenía una inscripción que la atravesaba ‘In hoc signo vinces’ ( Con este signo vencerás). La tradición cuenta que, aferrándose a este signo celestial, Constantino rápidamente mandó que los escudos de sus soldados sean blazonados con el símbolo cristiano - Las letras griegas Chi y Rho, primeras dos letras de la palabra ‘Christos’. Esto resultó en que la victoria de Constantino sobre Majencio en Puente Milvio pase a representar el triunfo de la Cristiandad sobre el paganismo.

 

          Esa es la tradición popular de la Iglesia, en base a ella, se piensa comúnmente que ‘Constantino convirtió al Imperio Romano al Cristianismo’. Sin embargo, Constantino no hizo tal cosa. Para decidir qué fue lo que hizo Constantino precisamente, debemos examinar las evidencias con más detenimiento.

 

          En primer lugar; la ‘Conversión’ de Constantino, si se la puede llamar así, no parece haber sido cristiana, sino descaradamente pagana. Tal parece que Constantino tuvo un tipo de visión, o ’experiencia', en los precintos de un templo pagano dedicado al dios Apolo Gálico, en los Vosgues o cerca de Autun. Según un testigo acompañando al ejército de Constantino, la visión fue del Dios Sol - Deidad adorada por ciertos cultos bajo el nombre de ‘Sol Invictus’ (‘Sol invencible’). Hay evidencia que muestra que Constantino fue iniciado en uno de estos cultos al Sol Invicto, poco antes de tener su‘visión'. De cualquier forma, el Senado Romano erigió, después de la batalla de Puente Milvio, un arco triunfal en el Coliseo. De acuerdo a la inscripción en este arco, la victoria se debió “ a la mano de la Deidad...". Pero la Deidad en cuestión no era Jesús, era el Sol Invicto, la deidad solar pagana.[3]

 

          Contrariamente a la tradición cristiana, Constantino no hizo del Cristianismo la religión oficial del Estado Romano. La religión del estado bajo Constantino era, de hecho, la pagana adoración del sol. Y Constantino fue toda su vida el Sacerdote Supremo. De hecho, su reinado se llamó “La Emperatoría del sol”, y el Sol Invicto figuraba por doquier, incluso en las enseñas reales y las monedas acuñadas en el Imperio. La imagen de Constantino como un ferviente converso al Cristianismo está obviamente errada. El mismo no fue bautizado hasta el año 337 DC, cuando yacía en su lecho de muerte, aparentemente muy débil o imposibilitado para negarse. Tampoco se le puede acreditar el monograma Chi Rho. Una inscripción con este mismo monograma fue encontrada en una tumba en Pompeya, dos siglos y medio antes de estos acontecimientos[4].

 

          El culto al Sol Invicto era originalmente sirio y fue impuesto por los emperadores romanos a sus súbditos un siglo antes de Constantino. A pesar de contener elementos del culto de Baal y Astarte, era esencialmente monoteísta. En efecto, asumía que el dios sol era la suma de los atributos de todos los otros dioses y así, pacíficamente, sometió a todos sus rivales potenciales. Más aún, armonizaba convenientemente con el culto de Mitra - Que también prevalecía en Roma y el Imperio por ese entonces, y también envolvía la adoración del sol.

 

          Para Constantino, el culto al Sol Invicto era lo más conveniente. Su objetivo primordial, una obsesión de hecho, era la unidad - Unidad política, unidad religiosa y territorial. Un culto o religión estatal que incluyera a todos los demás cultos ayudaba, obviamente, a cumplir con ese objetivo. Y fue bajo los auspicios del Sol Invicto que el Cristianismo consolidó su posición.

 

          El ‘Cristianismo Ortodoxo’ tenía mucho en común con el culto del Sol Invicto, y, por tanto, pudo florecer bajo la sombra de tolerancia de este último. El culto del Sol Invicto, siendo esencialmente monoteísta, abrió la senda para el monoteísmo de la Cristiandad. El culto del Sol Invicto era conveniente en otros aspectos también, pero estos aspectos modificaron al cristianismo, a la vez que facilitaban su expansión. Por un decreto anunciado en 321 DC, Constantino ordenó que las cortes de justicia debían cerrar en el Venerable día del sol - el domingo - y decretó, además, que este debía ser un día de descanso. Hasta entonces la Cristiandad se había aferrado al descanso sabatino de los judíos considerándolo sagrado. Sin embargo, por el edicto de Constantino, la Cristiandad transfirió su día sagrado al domingo (Día del sol). Esto no solo trajo armonía entre la Cristiandad y el régimen existente; sino que permitió que la primera se desligue de sus orígenes judaicos. Otro ejemplo, el nacimiento de Jesús se celebraba el 6 de enero hasta el siglo IV DC. Sin embargo, el día principal del año en el culto solar era el 25 de diciembre, el festival de Natalis Invictus, el nacimiento - o renacimiento - del sol, cuando los días empiezan a ser más largos. En este caso también, la Cristiandad se sometió a los mandamientos del régimen y las costumbres de la religión estatal establecida.

 

          El culto del Sol Invicto era muy parecido al culto de Mitra, tanto que se los confundía a veces.[5]Ambos enfatizaban el elevado status del sol. Ambos celebraban un gran festival del nacimiento el día 25 de diciembre. Por lo tanto el cristianismo también encontraría puntos de convergencia con el Mitraísmo - Mas aún porque el culto de Mitra declaraba la inmortalidad del alma, un futuro Juicio y la resurrección de los muertos.

 

          A fin de lograr su ansiada unidad, Constantino intentó achicar las diferencias entre el Cristianismo, el Mitraísmo y el Sol Invicto, y deliberadamente, decidió no ver contradicción alguna entre estos cultos. Por este sentido toleró al Jesús divinizado como la encarnación terrenal del Sol Invicto; construía una iglesia cristiana y, al mismo tiempo, una estatua de la diosa Cíbeles y del Sol Invicto, este último sería una estatua del propio Constantino, con sus facciones.

 

          En estas actitudes conciliadoras y ecuménicas se puede ver nuevamente el afán de unidad. La fe era para Constantino una cuestión de política; y cualquier fe que conducía a la deseada unidad era tratada con preferencia.

 

          A pesar de no ser el buen cristiano que las tradiciones nos presentan, Constantino consolidó la estructura de la ortodoxia cristiana, en nombre de la unidad y la uniformidad. En el año 325 DC, por ejemplo, él llamó a un Concilio en Nicea. En este concilio se definió la fecha de la Pascua, se establecieron las reglas que definieron la autoridad de los obispos, facilitando la acumulación de poder en manos de la Iglesia. Lo más importante de todo es que el Concilio de Nicea decidió, ¡Por votación!, que Jesús era un dios y no un profeta mortal.[6]Debemos recalcar nuevamente que Constantino no tenía ningún interés piadoso, sino que le impulsaba la conveniencia y su obsesión por la unidad. Como un dios, Jesús podía ser convenientemente asociado con el Sol Invicto. Un profeta mortal sería mucho más difícil de encuadrar. En poco tiempo la Cristiandad se embarcó en una, políticamente deseable, fusión con la religión oficial del Estado. Y mientras más se comprometía la Iglesia, Constantino confería más apoyo y soporte a la Cristiandad Ortodoxa.

 

          De este modo, un año después del Concilio de Nicea, Constantino mandó que se confisquen y se quemen todos los libros opuestos a la ortodoxia cristiana - serían obras de autores paganos sobre Jesús, así como obras de ‘cristianos herejes’. Destinó también una entrada fija de dinero a las arcas de la Iglesia e instaló al Obispo de Roma en el Palacio Letrán[7]. Entonces, el año 331 DC, comisionó y financió nuevas copias de la Biblia. Esto constituye uno de los factores más decisivos en la historia del Cristianismo, y dio a la Cristiandad ortodoxa una oportunidad inigualable. En el año 303 DC, un cuarto de siglo antes, el Emperador pagano Diocleciano se propuso destruir todas las escrituras cristianas que pudiese encontrar; resultando que los documentos cristianos - En especial en Roma- se perdieran casi todos. Cuando Constantino mandó hacer nuevas versiones de estos escritos; esto permitió a los custodios de la ortodoxia: Revisar, arreglar y rescribir sus contenidos, para que coincidan con sus creencias. Es probable que en este momento se hizo la mayoría de las alteraciones cruciales al Nuevo Testamento. La importancia de este decreto de Constantino no se debe subestimar. De las 5000 más tempranas versiones manuscritas del Nuevo Testamento, ninguna es anterior al siglo IV DC[8]. El Nuevo Testamento, como existe hoy en día, es esencialmente obra de los editores y copistas del siglo IV.

 

 

 

--------------------------------------------------------------------------------

[1]Baigent, Leigh and Lincoln, Holy blood, Holy Grail,pp.360-369. Adaptado en parte.

[2]Nota del T.: Divinizar, convertir a un hombre en dios. Después de Julio César varios emperadores adquirieron el nivel de dioses y eran adorados como tales.

[3]Chadwik, The Early Church, p.125.

[4]Goodenough, Jewish Simbols, Vol. 7, p.128ff.

[5]Halsberghe, The Cult of Sol Invictus, El autor explica que este culto fue traído a Roma en el siglo III EC por el Emperador Elagabalus. Cuando Aureliano introdujo su reforma religiosa, era, de hecho, un restablecimiento del culto al Sol Invicto en la forma en que fue originalmente introducido.

[6]La votación fue 218 a favor y 2 en contra. después se pronunció que el Hijo era igual al Padre.

[7]No sería hasta el año 384 que el Obispo de Roma se designaría a sí mismo Papa por primera vez.

[8]Existe la posibilidad de que se descubran algunos anteriores. En 1976, se descubrió un gran depósito de manuscritos antiguos en el monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. El descubrimiento se mantuvo en secreto hasta que lo publicó un periódico alemán en 1978. Hay miles de fragmentos, algunos anteriores al año 300 EC, incluyendo ocho páginas que faltaban del Códice Sinaítico en el Museo Británico. Los monjes que vigilan este material, solo han permitido el acceso a un erudito griego. Ver: International Herald Tribune, 27 de Abril de 1978.
 

Artículo anterior Artículo siguiente

Artículos relacionados con Capítulo 4 - El Secreto Prohibido de la Iglesia

Conociendo a Al-lahIt's a beautiful day