Capítulo 6 - Él es un Profeta


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Capítulo 6

 

“Él es un Profeta”

 

          Es algo extremamente simplista decir: Jesús era un mentiroso, un lunático, o era el Señor; tal como afirman algunos autores cristianos. Sin duda alguna, Jesús era un orador elocuente que ilustró las dimensiones espirituales de esta vida en parábolas y puso en manifiesto su sabiduría y autoridad a través de milagros. Cuando hablaba del mundo espiritual, generalmente dejaba a su audiencia asombrada, sorprendida, humillada o confundida. Incluso hoy, 2000 años después de su partida, aún hay confusión sobre las cosas que dijo. Los dichos y obras que se atribuyen en el Nuevo testamento son susceptibles a un sinnúmero de variadas interpretaciones. Algunos autores cristianos claman que Jesús es el “Hijo de Dios” basándose en unos pocos pasajes seleccionados del Nuevo Testamento, a la vez que desechan totalmente el resto de los textos. A pesar de que en la comunidad científica se cree, fuertemente, que los documentos del Nuevo Testamento han sido alterados extensamente; aún es posible buscar entre los pasajes del Nuevo Testamento y hallar un distinto tipo de interpretaciones.

 

          Muchos cristianos nunca considerarían a Jesús un profeta. Para ellos, esto sería rebajarlo de la alta posición que le fue dada. Sin embargo, existen muchos pasajes que se refieren a Jesús como un profeta. El propio Jesús se consideraba un profeta, y así lo consideraban muchos de sus seguidores. Por ejemplo, después de oír noticias de que Herodes quería matarlo, Jesús dijo:

 

Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén” (Lucas 13:33). en otra ocasión, empezó a enseñar en su propia ciudad, cuando comenzaba, algunos de los suyos empezaron a ofenderlo; Jesús les dijo: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y entre sus parientes...” (Marcos 6:1-4).

 

           El autor de ‘Hechos de los apóstoles’ también llama a Jesús un profeta cuando cita el Antiguo Testamento; explica como Dios anunció a Jesús el Ungido, en boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. “Moisés dijo a los padres: el Señor vuestro Dios os levantará un profeta de entre vuestros hermanos...”. La gente de Jerusalén reconoció que Jesús era un profeta; cuando Jesús entró en la ciudad montado en un asno “toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” (Mateo 21:10-11). Una vez, después de dirigirse a los sacerdotes supremos y los fariseos en parábolas ”entendieron que hablaba por ellos. Pero al buscar como echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta”. (Mateo 21:45,46). En otra ocasión, Jesús se compadece al entrar en una ciudad y ver a un muerto siendo cargado, era el hijo único de una viuda. Jesús manda al hombre levantarse y éste lo hace. la multitud reunida queda sorprendida “y glorificaban a Dios diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros” (Lucas 7:16). En otro episodio, después de que Jesús curó a un ciego en sábado, la gente se dividió y preguntaron al ciego “¿Qué dices tu del que te abrió los ojos? Y el dijo: Que es profeta.” (Juan 9:17). En otro lugar leemos, que, después de hallarse la tumba de Jesús vacía, Jesús se aparece a dos hombres que viajaban a una aldea cerca de Jerusalén:

 

Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados para que no le conociesen, y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿eres tu el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? entonces él les dijo:¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús el Nazareno, que fue profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo.”  (Lucas 24:15-19)

 

          Está claro que mucha gente consideraba a Jesús un profeta. Y este último pasaje, ocurrido al final del ministerio de Jesús, es especialmente revelador; porque viene después de que el hizo milagros, de que desafió al Imperio Romano y a los líderes de la Sinagoga; después de dejar a las multitudes sus palabras de sabiduría y esperanza de un reino “no de este mundo”; y después de que todos pensaron que se había muerto. Después de que él hizo todas estas cosas alguien resume su vida y obras... y toda la gente le consideraba un profeta.

 

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