La Visión del Islam Sobre el Alma Humana (Parte II)


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La Visión del Islam Sobre el Alma Humana (Parte II)

 

 

 

La misión del musulmán es simplemente hacer llegar su llamamiento a los no musulmanes. En cuanto a la reacción que tengan ellos respecto de esa llamada, no es responsabilidad suya ni será juzgado por ello. Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {Y si te discuten, diles: Al-lâh bien Sabe lo que hacéis. Al-lâh Juzgará entre vosotros el Día del Levantamiento sobre aquello que discrepasteis}, [Corán 22: 68-69].


A partir de este punto, y desde la evidencia de que la legislación islámica valora a todas las personas y que Al-lâh, Ensalzado, Honra a todos los hijos de Adán, vienen los preceptos de la Shari‘ah referentes a la justicia, la compasión, la familiaridad, el conocimiento mutuo y las demás virtudes morales...Todos estos mandatos iban dirigidos para que los apliquemos con los musulmanes y con los no musulmanes.

Nunca ha sucedido con el Corán lo que sucedió con la Torá, que los judíos modificaron a su antojo para así especificar el buen trato para con los propios judíos, y permitir realizar todo tipo de actos perniciosos en contra de los no judíos.


En nuestra legislación islámica hallamos por ejemplo que Al-lâh Dice haciendo referencia a la compasión [traducción del significado]: {Y no te enviamos [¡Oh, Muhammad!] sino como misericordia para los mundos}, [Corán 21:107].Esto significa que la misericordia no es específica para los musulmanes, sino que va dirigida a todas las personas, sin tener en cuenta su religión o doctrina.


En el asunto del mutuo conocimiento, Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: { ¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros}, [Corán 49:13]. De modo, que tampoco el conocimiento mutuo se limita a un grupo determinado, sino que se amplia para englobar a todos los pueblos y tribus.


Del mismo modo, el sustento en la tierra está garantizado para todas las personas, el universo está sometido a toda la humanidad, sin diferenciar entre creyente o incrédulo. Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {¿No sabes que Al-lâh os Sometió cuanto hay en la Tierra, y que las naves surcan el mar por Su designio, y que Sostiene el cielo para que no caiga sobre la Tierra sino por Su Voluntad? Ciertamente Al-lâh Es Compasivo y Misericordioso con los hombres}, [Corán 22:65].

Este sometimiento de la tierra, las naves, los mares y el cielo es para toda la humanidad, y el comentario final de la aleya aclara que la compasión y la clemencia son para toda la gente.

En el tema del perdón, Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {Y apresuraos a alcanzar el perdón de vuestro Señor y un Paraíso tan grande como los cielos y la Tierra, reservado para los piadosos. Quienes hacen caridad, tanto en los momentos de holgura como en la estrechez, controlan su cólera y perdonan a los hombres, (sepan que) Al-lâh ama a los benefactores}, [Corán 3:133-134].


Entonces, el saber perdonar es uno de los atributos del creyente, sin embargo ese perdón del que se habla en la aleya no es específico para los musulmanes, sino que se trata de un perdón amplio que engloba a todas las personas, tal como Al-lâh Dice en la aleya, de modo que engloba tanto a musulmanes como a no musulmanes.

Pero todavía llega más lejos, porque cuando el Islam prescribe que debemos ser justos, no nos dice que sólo debemos ser justos con los creyentes, y tampoco nos obliga a ser justos con las personas neutrales, ya sean musulmanes o no musulmanes, sino que el Islam ordena a los musulmanes a ser justos con todo el mundo, incluso con las personas que niegan la religión.


Al-lâh, Ensalzado, Dice [traducción del significado]: {¡Oh, creyentes! Sed firmes con [los Preceptos de] Al-lâh, dad testimonio con equidad, y que el rencor que podáis sentir por unos, no os conduzca a obrar injustamente. Sed justos, porque de esta forma estaréis más cerca de ser piadosos. Y temed a Al-lâh; Al-lâh Está bien informado de lo que hacéis}, [Corán 5:8].

Esta perspectiva integra en la compasión, la conciliación, la justicia y la tolerancia nos explican la buena moral que tenía el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam. Él seguía la Shari‘ah en cada paso que daba en su vida.


Lo realmente sorprendente es que el Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, hacía todo eso en una época en la que escaseaba la cortesía ética y el carácter noble. Basta con revisar algunas prescripciones y normas en la Torá distorsionada que existía en la época de nuestro Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, y que todavía persiste en nuestros días para darse cuenta de la gran diferencia entre la Legislación Islámica conciliadora y las invenciones humanas escondidas entre las hojas de la Torá.


Por ejemplo, en el libro de Josué, hallamos sobre la manera cómo el judío debe tratar al no judío lo siguiente: “Después Josué y el ejército de Israel se trasladó desde “Laquis” hacia “Ajlun”, de modo que la cercaron, la atacaron y la conquistaron aquél mismo día, la destruyeron y mataron a todos los habitantes a golpe de espada, igual que hicieron en “Laquis”. Después, Josué se dirigió con su ejército desde “Ajlun” hasta “Hebrón”.

Allí la atacaron, la tomaron, y la destruyeron con el resto de sus suburbios. Asesinaron a su rey y a todas las personas que habitaban el lugar a golpe de espada, igual que hicieron en “Ajlun”. Después, Josué volvió a “Dobair” y la atacaron, la tomaron y la destruyeron, junto con sus alrededores. Asesinó a su rey y a todas las personas que estaban en el lugar a golpe de espada, de modo que no se salvó nadie e hizo con Dobair y su rey lo mismo que hizo con “Labina” y su rey”[1].


Esta falsificación refleja la personalidad y el carácter de los judíos, y así es la imagen de “los profetas”, matan a todas las personas que no son judías.

Además, lo que viene en el "Libro de Números (Antiguo Testamento)" confirma esa misma visión deformada del alma humana. Describe la reacción de Moisés -aunque eso evidentemente no es cierto, ni es propio de él- al ver que algunos de sus ejércitos habían dejado a las mujeres y a los niños con vida, cogiéndolos prisioneros. Él supuestamente les dijo: "¿Por qué habéis dejado con vida a las mujeres?". Ellas (siguiendo el consejo de Bala‘am) hicieron desviarse a los hijos de Israel adorando a Faghûr, y fueron causa de la traición del Señor difundiendo la epidemia en la congregación del Señor. Así pues, matad a todos los niños machos y también a cada mujer que haya yacido con un hombre, sólo dejad vivas -para disfrutarlas vosotros- a las vírgenes que no se han acostado con ningún hombre".[2]


Existen muchos ejemplos de esa hostilidad, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Aunque no vamos a recopilarlos aquí, sólo queremos dejar constancia de que la sublimidad, la compasión, la justicia y la tolerancia de la Legislación Islámica se manifiestan de un modo más sublime cuando sabemos que esta legislación descendió en una época en la que existían esas orientaciones hostiles y calumnias vergonzosas.

El hecho de que el Islam tenga esa visión de que acepta las diferencias de las otras religiones no significa que no se esmere en invocarles a seguir la verdad, sino todo lo contrario. El Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, deseaba que hasta sus más acérrimos enemigos abrazaran el Islam, a pesar de su maldad y sus maquinaciones.


Por ejemplo, sabemos que suplicó a Al-lâh para que guiara al Islam a dos enemigos feroces: Abu Yahl y Omar Ibn Al Jattâb (antes de que abrazara el Islam)... Dijo: “Oh, Al-lâh! Da poder al Islam con quien ames más de estos dos hombres: Abu Yahl o Omar Ibn Al Jattâb”. El más amado por Al-lâh fue Omar Ibn Al Jattâb[3].

Su larga historia obstruyendo el camino de Al-lâh, y tentando a los musulmanes en su religión, no engendró en el corazón del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, un sentimiento de venganza o un deseo de maldad o abuso, sino todo lo contrario, sintió que ellos eran hombres enfermos que precisaban un médico, o personas confusas que necesitaban una guía, por eso suplicó para ellos la guía, el honor y la salvación.

Esa era su psicología, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, esa era su manera y su proceder con la gente.


Ciertamente, nuestro noble Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, ponía mucho celo en que la invitación a seguir el Islam llegase a los no musulmanes, por eso la transmitió a cualquier idólatras, judío, cristiano o mayus (adorador del fuego), e hizo todo lo posible para convencerlos con buenas maneras. Por otro lado, cuando una persona o una comunidad rechazaba el Islam se ponía enormemente triste, hasta el punto de que Al-lâh, Ensalzado, le Prohibió sentir esa tristeza. Al-lâh, Ensalzado, Dice dirigiéndose a él [traducción del significado]: {No te mortifiques [¡Oh, Muhammad!] por la incredulidad de tu pueblo}, [Corán 26:3]. Y también Dice [traducción del significado]: {No te apenes [¡Oh, Muhammad! por la incredulidad de quienes te desmienten].


Sin embargo, a pesar de sentir una tristeza extrema, el Mensajero, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, no dejaba que eso fuera un pretexto para presionarles a que aceptaran el Islam. Por el contrario, él consideró que la noble aleya [traducción del significado]: {No está permitido forzar a nadie a creer}, [Corán 2:256], era un método que debía seguir en su vida, por lo que consiguió establecer un maravilloso y excepcional equilibrio, pues invitaba a todo el mundo a que siguiera la verdad que él poseía, con una gran determinación, pero sin forzar a nadie a creer.


Hay un precioso dicho del Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam, que resume su visión de la actitud de las personas... Abu Huraira narró que escuchó decir al Profeta, sal-lal-lâhu ‘alaihi wa sal-lam: "Yo para con la gente soy como un hombre que ha encendido un fuego, y cuando se ilumina a su alrededor, esto hace que las mariposas y los insectos que se encuentran cerca del fuego, caigan en él. El hombre los quiere apartar, pero ellos al final consiguen precipitarse al fuego. Ciertamente, yo quiero impedir que vayan al fuego, pero ellos se precipitan a él"[4].


Él partía de una visión compasiva y cuidadora, no partía de la opresión o la dominación. ¡Glorificado sea Quien le Otorgó esa perfección en la moral!

 

 

 

Autor: Dr. Ragheb El-Sergany 

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 [1] Libro de Josué (10/34-39)

[2] Libro de Números (Antiguo Testamento) 31/7-18.

[3] [At-tirmidhí (3863)], [Ahmad (5696], [Al Hâkim (4485], [Al Albani: Mishkât al masâbih (6036)].

[4] [Al Bujari (6118)], [Muslim (2284)].

 

 

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