Ateísmo: Negar lo Innegable
Ateísmo: Negar lo Innegable
"La mayor tragedia de la vida es perder a Dios y no echarlo de menos".
--F.W. Norwood
Los ateos podrían afirmar que no reconocen la existencia de Dios, pero la opinión de algunos cristianos y musulmanes es que en algún nivel incluso el ateo confirmado, afirma la presencia de Dios. La conciencia innata pero olvidada de Dios emerge típicamente en la conciencia del ateo solamente en épocas de estrés severo, como se ejemplifica en la cita de la segunda guerra mundial: "No hay hay ateos en un hoyo."[1]
Sin lugar a dudas hay veces--ya sea durante los días agonizantes de una enfermedad prolongada, los momentos aparentemente eternos de un asalto violento y humillante, o la fracción de segundo antes del impacto de un choque inminente, cuando toda la humanidad reconoce la realidad de la fragilidad humana y la falta de control humano de destino. ¿A quién suplica una persona por ayuda en condiciones tales que no sea al Creador? Esos momentos de desesperación deberían recordar a cada persona, desde el erudito religioso hasta el ateo confeso, de la dependencia de la humanidad de una realidad mucho más grande que nuestras pobres almas humanas. Una realidad mucho mayor de conocimiento, poder, voluntad, majestad y gloria.
En esos momentos de angustia, cuando han fracasado todos los esfuerzos humanos y ningún elemento de la existencia material puede preverse para proporcionar comodidad o rescate, ¿A quién más una persona instintivamente invocará? ¿En esos momentos de prueba, cuántos pedidos inducidos por el estrés se hacen a Dios, completados con promesas de fidelidad para toda la vida? Sin embargo, qué pocos se mantienen?!
Sin duda, el día de la aflicción más grande será el Día del Juicio Final, y una persona sería desafortunada de estar en la posición de reconocer la existencia de Dios por primera vez en ese día. El poeta inglés, Elizabeth Barrett Browning, habló de la ironía de la apelación del humano angustiado en: El Grito del Ser Humano:
“Y los labios dicen: "Dios ten misericordia"”
Quien nunca dijo: "Alabado sea Dios."
El ateo reflexivo, lleno de escepticismo pero temeroso de la posibilidad de la existencia de Dios y un Día del Juicio, tal vez desee considerar la "oración del escéptico," como sigue:
"Señor, si hay un señor,
Salva mi alma, si tengo un alma".[2]
Ante la creencia bloqueada del escepticismo, ¿Cómo puede una persona equivocarse con la oración anterior? Si los ateos deben permanecer en la incredulidad, ellos no serán peor que antes; la creencia debería estar seguida por un llamamiento sincero. Thomas Jefferson dijo lo siguiente:
"Si encuentras razones para creer que hay un Dios, una conciencia de que estás actuando bajo su mirada, y que te aprueba, será una gran incitación adicional; Si hay un estado futuro, la esperanza de una existencia feliz en ello, aumenta el apetito para merecerlo... "[3]
La sugerencia puede hacerse, que si un individuo no ve la evidencia de Dios en la magnificencia de Su creación, deberían ser bien aconsejados de echar otro vistazo. Como Francis Bacon ha comentado: "Más bien he creído en todas las fábulas en la leyenda, el Talmud y el alcoran (es decir, el Corán), que este marco universal existe sin una mente".[4]
Él continúa comentando: "Dios nunca ha forjado milagro para convencer al ateísmo, porque sus trabajos ordinarios le convencen."[5] Digno de contemplación es el hecho de que incluso los elementos más bajos de la creación de Dios, aunque tal vez trabajos ordinarios en Sus términos, son milagros para nosotros. Tomemos el ejemplo de un minúsculo animal como la araña. ¿Alguien realmente cree que una criatura tan extraordinariamente intrincada evolucionó de una “sopa primordial”?
Sólo uno de estos pequeños milagros puede producir hasta siete diferentes tipos de seda, algunas tan finas como la longitud de onda de la luz visible, pero más fuerte que el acero. Sedas que van de filamentos elásticos, pegajosos para atrapar, hasta líneas no-adhesivas de arrastre y líneas de marco, a la seda para envolver la presa, o para realizar el saco para los huevos, etc. La araña puede, según la demanda, no sólo fabricar su propia selección de las siete sedas, pero reabsorber, descomponer y re-manufacturar--un auto-reciclaje de los elementos componentes. Y esto es sólo una pequeña faceta del milagro de la araña.
Y sin embargo, la humanidad se eleva a las alturas de la arrogancia. Un momento de reflexión debería inclinar los corazones humanos a la humildad. Observar un edificio y pensar en el arquitecto, en una escultura e instantáneamente incluir al artista. ¿Examinar las complejidades de la creación, de la complejidad y el equilibrio nuclear de las partículas físicas, a la inmensidad del inexplorado espacio, y una persona concibe... nada? Rodeado de un mundo de complejidades sincrónicas, incluso nosotros, como humanidad no podemos montar el ala de un mosquito. ¿Y sin embargo todo el mundo y todo el universo existen en un estado de orquestación perfecta, como un producto de accidentes aleatorios que modelaron un caos cósmico en una equilibrada perfección. Algunos votan por la casualidad, otros votan por la creación.
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Notas:
[1] N.Y. Times. 13 de abril de 1944. Cummings: Sermón de Bataan, Filipinas.
[2] Renan, Joseph E. Oración de un Escéptico.
[3] Parke, David B. p. 67.
[4] Bacon, Francis. Ateísmo. p. 16.
[5] Bacon, Francis. Ateísmo. p. 16.