El Profeta y el Sirviente
El Profeta y el Sirviente
El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) fue a visitar a un enfermo, que era muy querido para él. Estaba visitando a un chico judío que había estado trabajando para él como su sirviente personal. El joven solía traerle el agua para sus abluciones, sus sandalias y realizar diligencias para él. En este día, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) estaba preocupado por la ausencia del joven, así que fue a su casa a visitarlo en su enfermedad y para saber cómo estaba.
Él entró y se sentó cerca de la cabeza del chico. El padre del niño estaba sentado frente a él. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) contempló al muchacho con compasión, triste de verlo morir a una edad tan joven. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) entonces llamó el niño para considerar lo que más necesitaba en este momento; la religión con la que se encontraría con su Señor. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dijo: "Acepta el Islam. Declara que no hay ningún dios sino Al-lah y que yo soy Su mensajero".
El joven era receptivo a esta invitación. Había sido siervo del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) y durante ese tiempo conoció el carácter del Profeta y sus modales. El joven había reconocido en el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) las características de un mensajero de Dios. Él sabía que el Profeta no era un tirano ni un farsante. Sin embargo, el muchacho todavía sentía la autoridad del padre sobre él, por lo que volvió la cara hacia su padre y lo miró suplicante, esperando su respuesta.
Una vez más, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) invitó al joven a aceptar el Islam, viendo que su vida se desvanecía rápidamente. En este punto, el padre del niño, dijo: "Obedece al padre de al-Qasim (es decir, el Profeta [la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él]). Di lo que Muhammad te está pidiendo que digas".
El niño entonces pronunció las palabras: "Atestiguo que no hay ningún dios sino Al-lah, y que tú eres el Mensajero de Al-lah".
Dijo estas palabras con su último aliento.
Cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) salió de la casa del niño, estaba conmovido por el hecho de que Al-lah le había guiado. Él dijo: "Alabado sea Al-lah que me utilizó para salvarlo del fuego". Luego se dirigió a sus compañeros y dijo: "Realicen la oración funeraria por su hermano".
Deberíamos aprender de este incidente, cómo el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) se comportó con personas de diferentes creencias. Es significativo que eligió a un chico judío para ser su sirviente personal. ¿Cuántos compañeros anhelaban el honor de esa posición? ¿Cuántos musulmanes habría estado encantados de tener a sus hijos sirviendo al Profeta? Sin embargo, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dio el trabajo a un chico judío.
Esto nos muestra que deberíamos tener una actitud equilibrada, amistosa y normal en nuestras relaciones con personas de diferentes religiones, sean judíos, cristianos u otros. No hubo tensión ni distanciamiento en las relaciones del Profeta con los no-musulmanes. Nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), cuando se encontraba con un grupo mixto de personas, musulmanes, judíos y paganos, se sentaba con ellos, hablaba con ellos y los invitaba al Islam. Él se retiraba de su encuentro con ellos tan amigablemente como había venido. Visitaba a los no-musulmanes en sus casas. Aceptaba sus invitaciones y abría su casa para ellos. Como hemos visto, incluso contrató a un no-musulmán para ser su sirviente personal doméstico.
Esta es una señal de fuerza, no de debilidad. La mezcla con los demás es la mejor manera de hacer que los no-musulmanes se familiaricen con el Islam y con los musulmanes como personas. Rompe las barreras entre las personas y crea oportunidades para que ellos aprendan sobre el Islam correctamente.
Por esta razón el muchacho aceptó la sugerencia del Profeta de abrazar el Islam. Él sabía sobre el Islam. Él sabía cómo el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) se comportaba. Él vio su honestidad e integridad. Su estrecha relación con el Profeta es lo que le hizo comprender que Muhammad era el Mensajero de Dios. Por esta razón fue tan fácil para él hacer un cambio tan trascendental en los arduos momentos finales de su vida.
Debemos observar en este incidente la humanidad que los musulmanes deben exhibir en sus relaciones con los no-musulmanes. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) fue enviado como "una bendición para todos los mundos". Debemos visitarlos cuando están enfermos. En tiempos de guerra, cuando estamos siendo atacados por un agresor no-musulmán, se nos ha ordenado en el Corán llevar alimentos y provisiones para cualquier prisionero de guerra que capturemos.
Cuando el cortejo fúnebre de un hombre judío pasaba por donde el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) estaba sentado, se levantaba con respeto. Cuando se le preguntó acerca de por qué se ponía de pie, el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) respondió: "¿Acaso no es un humano?"
Cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) visitó al joven en su casa, él no estaba visitando a un prominente líder de los no-musulmanes, o a un oficial. El joven era sólo un sirviente. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) lo valoraba como ser humano.
Estos fueron los rasgos que aprendieron los compañeros y sucesores del Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), y fue debido a estas cualidades nobles que tantos corazones fueron ganados por el Islam.