La Misericordia divina de Dios (parte 3 de 3): El pecador
La misericordia de Dios está cerca de cada uno de nosotros, lista para abrazarnos cuando llegue el momento. El Islam reconoce lo propenso que es el ser humano al pecado, ya que Dios nos ha creado débiles. El Profeta de Dios dijo:
“Todos los descendientes de Adán constantemente erran…”
Pero al mismo tiempo, Dios nos hizo saber que perdona los pecados, pues continúa el hadiz:
“…pero el mejor de aquellos que constantemente caen en el error, es aquel que constantemente se arrepiente.”
(At-Tírmidhi, Ibn Mayah, Ahmad, Hakim)
Dios dice en el Corán:
“Diles: ¡Oh siervos míos! Vosotros que os habéis excedido en perjuicio propio, no desesperéis de la Misericordia de Dios, por cierto que Dios puede perdonar todos los pecados, Él es Absolvedor, Misericordioso.”
(Corán 39: 53)
Muhámmad, el Profeta de la Misericordia, fue enviado para traer la siguiente buena noticia a la humanidad que Dios informa en el Corán:
“Anúnciales a mis siervos (¡Oh Muhámmad!) que soy Absolvedor, Misericordioso.”
(Corán 15:49)
El arrepentimiento atrae la misericordia divina:
“Dijo: ¡Oh pueblo mío! ¿Por qué preferís obrar mal a obrar bien? ¿Por qué no pedís perdón a Dios para que se os tenga misericordia?”
(Corán 27:46)
“….por cierto que los benefactores están más cerca de la misericordia de Allah”
(Corán 7:56)
Desde el principio de los tiempos Dios ha rescatado a los piadosos de la perdición:
“Y cuando llegó nuestro designio, salvamos a Hud, y a los que creyeron con él, con Nuestra misericordia, librándolos de un castigo terrible.”
(Corán 11:58)
“Y cuando llegó nuestro designio, salvamos a Jetró y a quienes creían con él, y a los inicuos los sorprendió un estrépito, y amanecieron en sus casas muertos.”
(Corán 11:94)
La inmensa indulgencia de Dios hacia el pecador puede verse en lo siguiente:
1. Dios acepta el arrepentimiento:
“Dios quiere absolveros, mientras que quienes siguen sus pasiones quieren que os extraviéis completamente.”
(Corán 4:27)
“Sabed que Dios acepta el arrepentimiento de sus siervos y sus caridades. Él es Indulgente, Misericordioso.”
(Corán 9:104)
2. Dios ama el arrepentimiento del pecador:
“Dios ama a quienes se vuelven a Él.”
(Corán 2: 22)
Dijo el Profeta Muhámmad:
“Si toda la humanidad dejase de cometer pecados, Dios crearía otros seres para que pecaran y así perdonarlos, ya que Él es El Perdonador, El Compasivo.”
(At-Tirmidhi, Ibn Mayah, Musnad Ahmad)
3. Dios se complace con el pecador cuando se arrepiente, porque así reconoce que tiene Un Señor que lo perdonará.
Dijo el Profeta Muhámmad:
“Dios se alegra más cuando un pecador se arrepiente, que un hombre cuyo camello se ha escapado llevándose su agua y su alimento y dejándolo a la muerte en el desierto y luego lo encuentra dice: “Por Dios, en verdad yo soy tu señor y tu eres mi siervo”, confundiendo las palabras a causa de su inmensa alegría.”
(Sahih Muslim)
4. Las puertas del arrepentimiento están abiertas día y noche
La misericordia divina abarca cada día y cada noche, el Profeta dijo:
“Dios extiende su mano durante el día para perdonar las faltas de quienes se arrepintieron durante la noche. Y extiende su mano cada noche para perdonar las faltas de quienes se arrepintieron de día, hasta que el sol salga por el oeste. (Este es uno de los signos mayores del advenimiento del día del Juicio Final).”
(Sahih Muslim)
5. Dios acepta el arrepentimiento incluso de quien ha recaído en el pecado.
Dios muestra reiteradamente su compasión al pecador. Puede verse la compasión de Dios para con los hijos de Israel, cuando estos violaron el pacto que tenían con Él y adoraron al becerro de oro. A pesar de su recaída en la incredulidad, Dios les mostró compasión.
“Y citamos a Moisés durante cuarenta noches, y cuando se ausentó tomasteis al becerro, obrando inicuamente. Luego de esto os perdonamos, para que fuerais agradecidos.”
(Corán 2:51-52)
El Profeta de Dios dijo:
“El siervo comete un pecado, entonces dice: “Señor perdóname” y Dios dice “Mi siervo ha pecado, y luego ha reconocido que tiene un Señor que puede perdonarlo o castigarlo por ello”; luego el siervo repite su pecado y dice: “Señor perdóname” y Dios dice: “Mi siervo ha pecado, y luego ha reconocido que tiene un Señor que puede perdonarlo o castigarlo por ello”; luego el siervo repite su pecado por tercera vez y dice “Señor perdóname” y Dios dice: “Mi siervo ha pecado, y luego ha reconocido que tiene un Señor que puede perdonarlo o castigarlo por ello, y por eso lo he perdonado.” (Sahih Muslim)
6. Aceptar el Islam borra todos los pecados
El Profeta ha explicado que la conversión al Islam borra todos los pecados que se hubiesen cometido antes, sin importar su gravedad, con una sola condición: se debe aceptar el Islam sinceramente de corazón.
Algunas personas le preguntaron al Profeta si deberían responder por lo que habían hecho antes de aceptar el Islam, pero el Profeta dijo:
“Quien acepta el Islam sinceramente por Dios, no deberá responder por lo que hizo previamente, pero quien lo acepte por otra razón, responderá por lo que hizo antes y después.”
(Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
Si bien la misericordia de Dios es suficiente para borrar todos los pecados, esto no libera al hombre de la responsabilidad por sus malas acciones, el camino de la salvación requiere esfuerzo y disciplina. La salvación requiere fe y mantenerse en los límites que Dios ha impuesto, realizando buenas obras. No basta simplemente creer en Dios. Los seres humanos somos débiles e imperfectos y Dios nos ha creado así, cuando fallamos en obedecer la legislación divina, Dios está listo para perdonarnos si nos volvemos arrepentidos a Dios buscando su perdón y con la firme intención de no recaer en esa falta.
Sin embargo debemos recordar que nuestro propio mérito nunca alcanzará para ingresar al paraíso, pues el paraíso es una Misericordia de Dios.
Dijo el Profeta:
“Nadie ingresará al paraíso sólo a causa de sus obras. Le preguntaron: ¿Ni siquiera tú Mensajero de Dios? Y dijo: Ni siquiera yo, salvo que Dios me cubra de su gracia e indulgencia.”
(Sahih Muslim)
Creer en Dios, obedecer su legislación y realizar buenas obras deben considerarse la razón, no el precio, de ingresar al paraíso.