El buen trato a los padres : deber y devoción
Si usted escribe las palabras, “amabilidad con los padres” (en inglés) en Google, seis de los primeros diez resultados son artículos islámicos resaltando la importancia de ser obedientes y amables con los padres. ¿Por qué? El Islam es una religión que hace énfasis en las cualidades de misericordia, tolerancia y respeto. Dios ha ordenado el buen trato a los padres y nos advierte contra el hecho de tratarlos irrespetuosamente. Hay varios versos en el Corán donde la amabilidad con los padres es incluso equiparada con el aspecto más importante del Islam: adorar sólo a Dios. Esto indica que ser amables con los padres, honrarlos y respetarlos, es extremadamente importante en la forma de vida del Islam.
“Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto.” (Corán 17:23)
Ninguna palabra irrespetuosa debe ser pronunciada hacia un padre, ni siquiera una mirada de resentimiento o desprecio. Honrar a los padres puede ser considerada una forma de adoración si la intención es complacer a Dios Todopoderoso al respetar Sus órdenes.
Dios continúa este verso recordándonos que los padres son merecedores de amabilidad, porque ellos criaron a sus hijos con misericordia y con frecuencia hicieron grandes sacrificios por su bienestar. El uso de la palabra “ala” invoca la imagen de un ave protegiendo a sus crías, y trae a la mente la compasión que los padres tienen para con sus hijos.
“Baja sobre ellos el ala de la humildad que viene de la misericordia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño”. (Corán 17:24)
El amor y la misericordia que emanan del Dios Más Misericordioso, se manifiestan en el trato amable existente entre los padres y sus hijos. Dios claramente prohíbe el maltrato a los padres, y en otro verso del Corán se suman la necesidad de mostrar gratitud a Él, nuestro Creador, así como a nuestros padres. De nuevo, Dios claramente vincula los derechos debidos a Él y los derechos debidos a los padres.
“Le hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre le lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia, y su destete es a los dos años. Sed agradecidos conmigo y con vuestros padres; y sabed que ante Mí compareceréis”. (Corán 31:14)
El Profeta Muhammad reforzó el deber de ser amable con los padres. Un compañero del Profeta una vez le preguntó cuál de las muchas buenas acciones que un hombre puede hacer es la más amada por Dios. El Profeta Muhammad le respondió diciendo: “Ofrecer la oración a su debido tiempo”. El compañero luego le preguntó: “¿Y cuál le sigue?”, a lo cual el Profeta replicó: “El ser bueno y obediente con tus padres…”[1]. La responsabilidad de ser amable y bueno con los padres viene justo después del más grande deber en el Islam: la oración.
Más que bondad
La palabra árabe que es usada en el Corán y en las narraciones del Profeta Muhammad para denotar esta amabilidad con los padres es birr, y frecuentemente es traducida como bondad. Sin embargo, como es el caso con la mayoría de las palabras árabes, una traducción directa al español con frecuencia falla al explicar la verdadera profundidad del significado. Birr no sólo significa bondad; también contiene sombras de significado que indican amabilidad, compasión, respeto e incluso paciencia. El Islam, la forma de vida, acompasa todas esas cualidades, y los musulmanes deben esforzarse en modelar este comportamiento en todos los tratos, particularmente en la relación entre los padres y los hijos.
Los padres cuidan y alimentan a sus hijos durante toda su vida, pero en un punto este deber se invierte, los padres se vuelven ancianos y débiles, y son ellos los que entonces necesitan de este cuidado y alimentación. El hijo está obligado a cuidar a los padres mostrando todas las cualidades de birr y sabiendo que la recompensa por ello está con Dios. El Profeta Muhammad dijo: “Si alguien posee las siguientes tres características Dios lo agraciará con una muerte sin dolor y lo llevará a Su Paraíso: gentileza hacia el débil, afecto hacia los padres y amabilidad con los sirvientes”.[2]
La devoción de un hombre
Abu Hurairah fue un compañero cercano del Profeta Muhammad; él es recordado por transmitir muchos de los dichos del Profeta. La vida de Abu Hurairah también contiene muchas demostraciones de su amor y su devoción por su madre. Cuando él primero acogió el Islam, ningún ruego pudo convencer a su madre de hacer lo mismo. Llorando y asustado, Abu Hurairah se aproximó al Profeta y le rogó que hiciera una súplica a Dios pidiéndole guía para su madre. El Profeta Muhammad aceptó su solicitud y en un muy corto periodo de tiempo la madre de Abu Hurairah pronunció estas palabras: “No hay Dios sino Allah y Muhammad es su siervo y su Mensajero”, aceptando de esa forma el Islam.
A lo largo de su vida, Abu Hurairah fue amable y cortés con su madre. Cuando quería salir del hogar, se paraba en la puerta de la habitación de ella y decía: “La paz sea contigo, madre, y la misericordia y las bendiciones de Dios”. Ella contestaba: “Y sobre ti sea la paz, hijo mío, y la misericordia y las bendiciones de Dios”. Él también decía: “Que Dios tenga misericordia de ti, pues tú cuidaste de mí cuando yo era pequeño”; a lo que ella respondía: “Que Dios tenga misericordia de ti, pues tú me salvaste del error cuando yo era anciana”.
Abu Hurairah siempre alentó a otras personas a ser amables y buenos con sus padres. Una vez vio a dos hombres caminando juntos y le preguntó al más joven: “¿Quién es este hombre para ti?”; a lo que el joven respondió: “Es mi padre”. Abu Hurairah le aconsejó: “No lo llames por su nombre, no camines delante de él y no te sientes antes de que él lo haga”.
Esta gentileza y afecto entre Abu Hurairah y su madre nos enseña que el respeto mutuo y el amor son un deber. El musulmán debe mostrar respeto hacia los padres incluso si ellos no son musulmanes, y el más grande amor que puede mostrar hacia ellos es suplicarle a Dios con la esperanza de que los guíe hacia el Islam. En el tiempo del Profeta, muchos de aquellos que acogieron el Islam se encontraron con que este entraba en conflicto con las creencias y las solicitudes de sus padres, pero ellos fueron enseñados a ser amables y a obedecer a sus padres, excepto si los padres les pedían que desobedecieran a Dios.
“Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis copartícipes [en la adoración] no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto. Seguid el camino de los piadosos, pues ante Mí compareceréis y os informaré de lo que hacíais”. (Corán 31:15)
Ser sumisos con los padres, obedecerlos y tratarlos con amabilidad está incrustado en las enseñanzas del Islam; sin embargo, la obediencia a Dios es siempre el primer y más importante deber del musulmán.