William, exjudío, Estados Unidos
Mi nombre es William, y vivo en una gran ciudad del medio oeste en los Estados Unidos. Soy un estadounidense típico en muchos sentidos que se reflejan en mi vida, tanto profesional como personal. Profesionalmente, soy supervisor en un importante departamento de policía y he estado en la milicia, tanto en el servicio activo como en las reservas, durante la mayor parte de mi vida adulta. Personalmente, vivo en los suburbios con mi esposa e hijo, manejo una camioneta pickup y ocasionalmente llevo botas de vaquero. Pago mis cuentas, trato bien a mis vecinos, y antes de mi reversión/conversión al Islam, seguía mi religión de la forma en que se me había enseñado. Como dije, mi vida era la de un estadounidense típico, siendo mis principales preocupaciones los detallitos de la vida cotidiana de los que todo el mundo debe ocuparse. Poco sabía que mis creencias religiosas me iban a sacar de la vida “típica” que llevaba, y que se convertirían en un factor importante en mi vida, brindándome un sentido de paz y plenitud que solo un corto tiempo antes no había creído posible.
Mi viaje hacia el Islam comenzó con mi asociación y posterior amistad con un hombre llamado Nasir. Conocí a Nasir a través del trabajo a finales de la década de 1980, y me impresionó con sus modales y con la forma en que me trató. Había conocido a muy pocos musulmanes y siempre estuve un poco incómodo a su alrededor, ya que no estaba seguro de si me aceptarían. Además de tener la apariencia de un “campesino con escopeta conduciendo una pickup”, también era judío, y esa combinación a menudo parecía inquietar a la gente. Nasir, sin embargo, tomó todo con calma, y como resultado floreció lentamente una amistad. A través de él, me formé realmente mis primeras impresiones sobre el Islam y sus adeptos.
Con los años, observé cómo Nasir lidiaba con diferentes situaciones, y estaba continuamente impresionado con la sabiduría y la paciencia que él mostraba cuando manejaba personas o situaciones difíciles. Siempre tomaba la ruta directa, incluso en momentos en los que yo, si hubiera estado en la misma situación, habría estado tentado a tratar a las personas de manera distinta. Si le preguntaba por qué hacía ciertas cosas, me daba fragmentos de la sabiduría que guiaba sus actos. La mayoría de ellos (como descubrí luego) eran citas directas o indirectas del Corán, que él me decía de manera no proselitista, sino de forma amable, como si le estuviera enseñando a un niño la forma apropiada de conducirse en el mundo. De hecho, antes de leer el Corán, ¡me maravillé de cómo alguien podía ser tan sabio y entendido! No sabía que esos principios rectores estaban escritos donde yo o cualquier otro podía leerlos. Me doy cuenta ahora de lo bendecido que he sido al verme expuesto al Islam y a los musulmanes de forma tan positiva.
Alrededor del invierno de 2000, comencé a tener un interés serio en el Islam. Leí el Corán, pero no era capaz de comprenderlo plenamente. A pesar de esta dificultad, continué teniendo la sensación de que debía continuar, y así estudié otros libros sobre el Islam. Aprendí mucho, pero de una forma académica, no espiritual. Intenté de nuevo leer y entender el Corán, y de nuevo tuve dificultades. Decidí finalmente pedirle ayuda a Nasir, y entonces ocurrió el incidente del 9-11. De repente, tuve una serie de nuevas preocupaciones, y puse en espera mis preguntas. Durante este período de tiempo, tuve una gran cantidad de exposición al Islam, sin embargo muy poco de eso se me presentó de forma positiva. Como supervisor de la policía, estaba recibiendo continuamente advertencias sobre posibles amenazas islámicas, y como oficial de las reservas estaba alrededor de personas que percibían al Islam como una amenaza directa y a los musulmanes como posibles enemigos. Así que, muy a mi pesar, continué esperando y mantuve mis estudios sobre el mundo islámico en aquellas áreas que influían directamente en mi vida profesional.
Entonces, a finales del verano de 2004, ese sentimiento persistente que se había mantenido de repente se intensificó, y finalmente le pedí orientación a Nasir. Él me habló sobre los pilares de su fe y sobre la naturaleza del Corán. Más importante, me habló de cuán crucial es el Islam para su vida y cuán fuertemente creía en él, no solo como la palabra de Dios, sino como la forma en la que el hombre está destinado a vivir. Él y su hermano Riyadh me proporcionaron entonces folletos sobre el Islam que respondían muchas de las preguntas que tenía. Con este conocimiento en mis manos, me acerqué de nuevo al Corán y de repente, encontré que no solo podía leerlo, ¡sino que tenía sentido! Solo puedo pensar que, o bien no estaba “listo” antes, o simplemente necesitaba los datos adicionales para poder entender y procesar adecuadamente la información. De cualquier modo, leí y releí todo lo que se me había dado, y luego comprobé dos veces los hechos que se me habían presentado. Mientras más leía, más sorprendido estaba.
Encontré que habría sido imposible que Muhammad, que la paz y la misericordia de Dios sean con él, conociera la información que estaba en el Corán si no hubiera sido un Profeta. No solo habría sido imposible para un hombre de su pueblo y ubicación geográfica saber muchas de estas cosas, sino que habría sido imposible haberlas conocido para cualquiera de aquella época. Verifiqué dos veces los datos de muchos “descubrimientos” modernos que han sido revelados en el Corán, y quedé atónito con lo que encontré. No solo el Corán contiene información que estaba siglos adelante de su época, sino que la expone con tantos detalles, muchos de los cuales no pudieron ser conocidos hasta este siglo. Me convencí de que Muhammad fue de hecho un Profeta que fue inspirado por Al-lah a través de Su ángel. A pesar de esto, seguía enfrentando un dilema. Aunque ahora creía que Muhammad era un Profeta, seguía confundido respecto a qué hacer. Todo lo que había creído de repente se ponía al revés y no tenía una explicación.
Esa noche oré pidiendo orientación y entendimiento. Solo creía en un Dios, pero quería saber la forma en la que debía sostener esa creencia. La oración fue simple pero sincera, y me fui a dormir lleno de esperanza de que recibiría una forma de comprender la situación. Cuando me desperté, lo hice con la sensación de que había experimentado una epifanía. Todo estaba repentinamente claro, y entendí cómo todas las cosas que había practicado antes eran simples observancias que habían sido inventadas por el hombre en un intento de seguir principios religiosos que habían sido cambiados a lo largo de los milenios. No recibí ninguna información o creencia nueva, sino que era capaz de entender lo que había aprendido ya. Me sentía eufórico, feliz y en paz, y esa mañana dije la Shahadah.
Le dije a Nasir, y él me llevó a una mezquita cercana para la oración del viernes. En la mezquita, fui llevado por Nasir al frente, y le dije a la congregación reunida por qué había ido allí. Entonces, Nasir y el Imam me ayudaron a repetir la profesión de fe en árabe. Aunque estaba un poco nervioso, la alegría que sentí al hacerlo excedió por mucho cualquier otro sentimiento que tuviera. Después, fui bienvenido por la mayoría de los miembros de una forma que fue tan acogedora que casi no puedo describirla. La mayoría de la congregación me dio la mano y me dio la bienvenida al Islam, y muchos otros se ofrecieron a ayudarme o a responder cualquier pregunta que pudiera tener. Fue una experiencia maravillosa que nunca olvidaré.
Para terminar, quisiera decir que la sensación de paz que me llegó sigue conmigo, y aunque aún estoy en las etapas más tempranas del aprendizaje, estoy feliz y confiado en que tomé la decisión correcta. Sigo siendo el típico campesino estadounidense con escopeta manejando una camioneta. Solo que ahora soy un musulmán estadounidense, y con la guía y ayuda continua de personas como Nasir y Riyadh, espero un día ser un ejemplo tan bueno para otros como ellos lo han sido para mí.